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Seis meses, un superávit y varios déficits

La gestión de Javier Milei cumple hoy medio año al frente del Ejecutivo. El Presidente destaca el orden en las cuentas fiscales y la baja de la inflación. Pero se juega una parada clave esta semana en el Senado: ¿tendrá su Ley Bases y el paquete fiscal? ¿Y si no?

El gobierno de Javier Milei cumple hoy 6 meses de gestión y acumuló allí un abanico de claroscuros que incluyen un superávit y varios déficits.

A favor de la gestión puede marcarse rápidamente el ordenamiento de las cuentas fiscales, aunque allí puede abrirse un debate de segundo orden sobre los argumentos que permitieron ese saneamiento, que fueron básicamente un recorte sobre las jubilaciones, parálisis total de la obra pública y la casi eliminación -por fuera de la coparticipación- de fondos destinados a las provincias. De hecho, según el último dato disponible correspondiente a mayo, el envío de recursos no automáticos tuvo una merma del 83% en promedio al conjunto de las jurisdicciones.

El segundo punto que el propio Milei volvió a destacar ayer fue el de la baja inflacionaria. Son los dos caballitos de batalla del Gobierno, a los que vincula como causa y efecto: el equilibrio en las cuentas públicas permitió apagar la máquina de imprimir y eso desaceleró la inflación. Claro que no necesariamente esa es toda la verdad, o la única. El fuerte proceso recesivo aporta un caudal importante en el control de precios: la pérdida del poder adquisitivo acumulado en los primeros meses de la gestión fue significativa y eso provocó un desplome del consumo que sigue vigente, lo que naturalmente contiene el alza de precios. Seguir subiendo precios implica seguir perdiendo ventas. De todos modos, la inflación no terminó, ni mucho menos.

Sobre la recesión, ayer la Came dio a conocer su habitual informe en el que mostró que las ventas minoristas retrocedieron en mayo un 7,3%, pero con Alimentos y Bebidas cayendo al 9,4%. Es decir, el recorte en la compra de alimentos y bebidas fue superior al del promedio de los recortes. Un dato que siempre enciende luces rojas más intensas.

El recorte en la compra de alimentos y bebidas fue superior al del promedio de los recortes. Un dato que siempre enciende luces rojas más intensas.

Aquí vale la pena mencionar una variable clave en múltiples sentidos: las tarifas. Si bien el Gobierno amagó con avanzar fuerte en el recorte de subsidios a la luz y el gas desde el inicio de la gestión, la realidad le fue marcando la cancha. El termómetro del proceso recesivo y la inelástica capacidad de los bolsillos lo fueron forzando a prorrogar una y otra vez la decisión. Hoy, las familias de los sectores medios y bajos tienen subsidiados más del 90% de los servicios. Pasar la motosierra por allí no será inocuo. Primero supondrá que esos hogares deberán destinar más recursos a pagar las boletas y les quedará menos para el resto de los gastos, lo que llevado a un plano general supone un mayor riesgo de profundizar la recesión. Por supuesto que será inevitable un salto adicional en el dato inflacionario mientras ese proceso se lleve adelante. Y tensará un poco más la situación social, a todas luces acuciante.

Sin embargo, como en todos los últimos gobiernos, no tocar la variable tarifas y avanzar con un recorte de los subsidios le supone al Estado un costo en alza que en este caso puede atentar contra el equilibrio alcanzado en las cuentas. Es un tema que está pendiente de resolución, más allá de que este mes tendrá un recorte de subsidios confirmado la semana anterior.

Lo cierto es que en el otro platillo, en los déficits del Gobierno, aparece la gestión y la política como elementos centrales. Tal vez ninguno de los dos aspectos debería sorprender al tratarse de un Gobierno sin cuadros experimentados en la gestión pública y con escaso nivel de representación en el Parlamento. Pero a eso, además, le sumó mala praxis.

Al cumplir su sexto mes de gestión, Milei todavía no logró la aprobación de ninguna ley de interés de su gobierno en el Congreso, y más allá de que la Casa Rosada le apunte los cañones de la responsabilidad a la oposición, hay un inocultable déficit propio que comenzó con un jefe de Gabinete que terminó expulsado antes de cumplir medio año en el cargo, como fue Nicolás Posse, y que expuso todas las dificultades para avanzar en acuerdos al menos con los representantes de sectores dialoguistas. El propio Presidente subestimó al Congreso y no hizo más que tropezar allí una y otra vez. Es más, se encargó de denostar al conjunto de los legisladores a los que luego debía pedirles acompañamiento en los proyectos enviados, como la Ley Bases y el paquete fiscal. El cuestionamiento a la política lo puso al Presidente en un camino sin salida. No es posible tener logros parlamentarios cuando no se tiene una fuerza mayoritaria en las bancas sin negociaciones. No está mal negociar ni debe confundirse con negociados. El apostar a todo o nada lo llevó al Gobierno a quedarse por ahora con nada.

Al cumplir su sexto mes de gestión, el presidente Javier Milei todavía no logró la aprobación de ninguna ley de interés de su gobierno en el Congreso.

Y eso comenzó a tener efectos, algunos de los cuales se observaron la última semana en los mercados, con el dólar blue o el riesgo país. Es que muchos temen que esta semana puede ser decisiva para el Gobierno y si bien tendrá el jueves una buena noticia con la inflación, cuando el Indec dará a conocer el dato de mayo, antes, el miércoles, tendrá una prueba de fuego en el Senado durante la votación de la Ley Bases y el paquete fiscal. ¿Pasará? Los números están apretados y más allá de los dichos de Milei, la actitud de su nuevo jefe de Gabinete muestra cuánto se juega el Gobierno ahí: Guillermo Francos se reunió durante la última semana con varios gobernadores para negociar manos levantadas en la Cámara Alta. ¿Habrá aprendido a tiempo la lección?