Hubo un quiebre la semana pasada:la campaña riocuartense, que venía siendo menos interesante de lo que la fractura en el peronismo hacía esperar, de repente ganó en intensidad y en temperatura. Y la dinámica cambió. El oficialismo propuso el terreno y las reglas de juego entre los tres principales candidatos en disputa pero no todos reaccionaron de la misma manera.
Que se haya hecho más intensa en sí misma no implica que la campaña se haya vuelto más atractiva para el electorado; son dos instancias diferentes. Todavía la mirada de los votantes no parece estar especialmente enfocada en lo que pasa en el escenario de la política local. La capacidad por captar esa atención -o no- también puede ser determinante para el resultado final.
El oficialismo no sólo aceleró su campaña sino que intentó establecer los marcos conceptuales, las formas de lectura de lo que está en juego. Y un protagonista central en ese aspecto fue Martín Llaryora. En su última visita a la ciudad, el gobernador dejó de lado la pose de prudencia que había adoptado en ocasiones anteriores y declaró abiertamente su apoyo a De Rivas. Pero, más allá de sus elogios al candidato, planteó que lo que se pone en consideración el 23 de junio no es sólo el gobierno de la ciudad sino el relacionamiento con la Provincia. “No es lo mismo que gane Guillermo De Rivas que otro candidato. Lo importante es trabajar en equipo;si no, recuerden las peleas entre De la Sota y Jure. ¿Yquién perdió?El pueblo de Río Cuarto”, dijo Llaryora.
El mandatario orilló con esa definición un territorio peligroso, especialmente en esta ciudad. Quedó flotando la idea de que la relación no será igual si ganan Gonzalo Parodi o Adriana Nazario. E hizo recordar a aquel capítulo que tanto le costó a De la Sota en 2012, cuando prometió fondos para Río Cuarto sólo si ganaba Miguel Minardi. Llaryora fue menos directo, más sutil, tal vez porque el peronismo recuerda los efectos de aquel episodio electoral, pero coqueteó con el mismo concepto.
El gobernador también está acelerando en Río Cuarto. En los próximos días su presencia mediática en la campaña será mayor y, además, envió a varios jugadores a la cancha. Estuvieron Daniel Passerini, intendente de Córdoba, y Manuel Calvo, ministro de Gobierno. Desde hoy la diputada Natalia de la Sota también recorrerá la ciudad.
De Rivas, por su parte, está enfocado en las propuestas. Lanzó el programa de 1.000 lotes, prometió un plan de pavimentación y entre mañana y el martes anunciará su plan de seguridad. El candidato aparece jugando su propio juego mientras el oficialismo ejecuta una campaña complementaria por otro andarivel.
En el escenario de tres tercios, para ganar Hacemos Unidos intenta operar no solamente sobre el crecimiento de De Rivas sino también sobre la dinámica de los otros dos candidatos. Por un lado, necesita polarizar con Parodi, hacer percibir que la pelea real y decisiva es con el candidato de Primero Río Cuarto, y, a la vez, desgastar a Nazario. Por eso hay militantes que recorren casa por casa los sectores históricamente peronistas de la ciudad para decirle a la gente que un voto por la exmujer de De la Sota significa, en los hechos, un voto por el radical Parodi.
A partir de esa estrategia, el oficialismo profundizó el antagonismo público con Parodi. No lo hizo a través de De Rivas sino, en el caso de la seguridad, de Gastón Maldonado, secretario de Prevención. El funcionario salió a cuestionar duramente la propuesta de seguridad y tildó al candidato de trasnochado, irresponsable e ignorante.
La actitud del radical fue no ingresar en la disputa que propuso el oficialismo. No aceptó el convite del mano a mano y, cuando tuvo que responder, prefirió insistir con su propuesta de seguridad, que contempla una oficina antinarco y un cuerpo de policías retirados. “No voy a entrar a discutir cuestiones de la vieja política”, dijo Parodi, saliendo por arriba, cuando le preguntaron por las críticas oficialistas.
La confrontación en ese plano no parece haberse terminado. Hay versiones que señalan que en los próximos días empezarán a difundirse las trayectorias profesionales de los integrantes del cuerpo de policías retirados que Primero Río Cuarto presentó en sociedad. “Algunos no tienen un historial precisamente intachable”, dicen en el oficialismo.
La campaña entró en un terreno pantanoso.
Parodi tuvo una actitud ante el escenario que le plantearon; Nazario reaccionó distinto. A la candidata de La Fuerza del Imperior del Sur parecen desencajarla los spots que se han difundido con más intensidad en los últimos días en todas las plataformas y que la acusan de kirchnerista en el plano político y de tener vínculos con el contador Hernán Escudero, detenido en una causa por lavado de activos y evasión. El video, que tiene formato periodístico, le endosa además a Escudero -y por extensión a Nazario- vínculos narcos. La investigación judicial por la que detuvieron al contador no tiene -no al menos en la información que se ha conocido hasta ahora- ninguna arista relacionada con el tráfico de drogas; se trata exclusivamente de posibles delitos económicos y tributarios.
Esos videos, por supuesto, no aparecen firmados por nadie real sino por un inexistente sitio de opinión y noticias.
Nazario viene denunciando que sufre una campaña de fake news y en los últimos días volvió a protagonizar apariciones mediáticas en las que aclaró que no es kirchnerista y que Escudero no es ni fue su contador. Además, en un intento por identificar a los ideólogos de la campaña sucia, acusó tanto a los comandos de De Rivas como de Parodi como posibles ejecutores.
A la candidata parece desestabilizarla esa característica de la campaña, sacarla de eje. En ese punto, ganaron quienes diseñaron la disputa en esos términos. Ella, a diferencia de Parodi, ha entrado de lleno a pelear en el pantano que le han propuesto. Con una diferencia: Nazario se enfrenta con fantasmas; no hay una persona a quien contestarle. Su decisión de salir a responder cada nuevo video en su contra le insume energías que podría dedicar a difundir sus propuestas.
¿Es electoralmente redituable enfocarse en combatir fake news? ¿La gente está ansiosa por escuchar a Nazario quejarse por las operaciones en su contra, desmentir permanentemente sus vínculos o sus simpatías políticas o espera más bien que detalle qué piensa hacer con la ciudad si es electa intendenta? Salir a defenderse de lo que se considera injusto es una conducta casi instintiva; pero en el caso de Nazario debería analizar si es funcional a los objetivos que se plantea para el 23 de junio.
Pero, además, hay otro aspecto de la actitud de la candidata que no la pone por encima de la pelea sino que la muestra en el mismo plano de quienes orquestan esos spots anónimos en su contra. En un posteo que publicó en las redes sociales, patrocinado por su comando de campaña, Nazario no sólo desmintió que Hernán Escudero sea su contador sino que agregó un dato adicional:“Es más, según figura en Afip, es el contador de Gustavo Perlo, candidato a primer concejal por la lista de GuillermoDe Rivas”.
A quien no debe haberle agradado ese movimiento de Nazario para despegarse tan vehementemente de Hernán Escudero es a su hermano, Juan Manuel, quien sí integra el círculo más cercano de la candidata.
Nazario después borró esa parte del posteo en la que menciona a Perlo pero lo que provocó con su actitud de señalar a otro candidato fue eclipsar la supuesta superioridad moral que le daba haberse instalado como la víctima de un ataque. La candidata no sólo se adentró en el barro;también quiso llevar a otros al mismo lodazal.
Faltan casi dos semanas de campaña y el conflicto entre los dos peronismos puede no haber mostrado todavía su capítulo final.