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La encrucijada del mercado laboral: los sectores más competitivos generan poco empleo

En qué consiste la “enfermedad holandesa” que pude sufrir la Argentina si no se toman medidas a tiempo. Por qué el crecimiento de las exportaciones puede ser un riesgo para muchos sectores poco competitivos. Lo explica un informe de Idesa

El complejo mercado laboral argentino, dominado por una degradación creciente de sus puestos de trabajo, caída de empleo formal privado y crecimiento de las opciones marginales, tiene a su vez desafíos estructurales de difícil resolución. En la matriz laboral, los sectores más competitivos de la economía argentina son los que menos puestos generan y allí se encuentra el agro, la minería, la energía, la economía del conocimiento. Pero a su vez, estos son capaces de generar gran cantidad de dólares, lo que deriva en una caída en la cotización del tipo de cambio, que complica la posibilidad de competir a otros sectores porque las importaciones de muchos bienes y servicios se abarata fuertemente. Este fenómeno, en la literatura económica, se denomina “enfermedad holandesa”. Alude a una fuerte apreciación que se produjo del florín holandés en la década de 1960 cuando se descubrió una gran reserva de hidrocarburos en el Mar del Norte. Esa encrucijada es la que parece vivir el país hoy y en la que se enfoca el último trabajo del Instituto para el Desarrollo Social de la Argentina (Idesa), que conduce Jorge Colina.

“Argentina corre el riesgo de sufrir la ‘enfermedad holandesa’”, advierte el informe. El gobierno implementó el blanqueo que produjo un masivo ingreso de dólares al circuito formal de la economía. Existe la expectativa de que, aprovechando los beneficios previstos en el RIGI, se expanda la producción de la minería y la energía lo que aumentará las exportaciones y evitará importaciones. A esto se suma la muy alta competitividad del sector agropecuario. “El tipo de cambio multilateral (es decir, el que considera las monedas de los principales países con los que comercia el país) ya refleja que el dólar está bajo en la Argentina y es probable que el fenómeno se profundice en el futuro próximo”, advierte Idesa.

Luego, el informe plantea, ante un gran dinamismo exportador del agro, la energía, la minería y la industria del conocimiento: ¿cuál puede ser el impacto en el mercado de trabajo de un tipo de cambio bajo?

Según la Secretaría de Trabajo se observa que:

-El agro, la energía, la minería y los servicios informáticos y del conocimiento generan aproximadamente el 10% del empleo asalariado registrado en empresas privadas.

-La industria y la construcción crean el 25% del empleo asalariado registrado.

-Comercio y servicios explican el restante 65% del empleo asalariado registrado.

Estos datos muestran que los sectores con alta capacidad para generar divisas (agro, energía, minería e industria del conocimiento) generan relativamente poco empleo: apenas 1 de cada 10 asalariados formales. Mientras que el resto (industria, construcción, comercio y servicios) explican 9 de cada 10 empleos formales. Se trata de una distribución aproximada, ya que los sectores altamente competitivos generan demanda al resto de la economía, pero su impacto es limitado. El grueso del empleo urbano depende de sectores con menos capacidad competitiva y, por lo tanto, el atraso en el tipo de cambio no solo reduce su producción sino, lo más decisivo, tiene impactos negativos sobre el empleo.

Para Idesa, hay manera de evitar que la alta competitividad de algunos sectores se convierta en una maldición vía la “enfermedad holandesa”. “La solución no es devaluar sino acelerar las reformas estructurales. Con las reformas, más sectores serán capaces de producir y generar empleos aun con un tipo de cambio bajo. Eliminando impuestos distorsivos, rediseñando la legislación laboral para evitar la excesiva conflictividad y litigiosidad, mejorando el sistema de transporte y toda la logística, promoviendo regulaciones que fomenten la competencia y desarticulen las prácticas monopolísticas se abaratarán los costos de la producción nacional. En otras palabras, el remedio para enfrentar la “enfermedad holandesa” no es devaluar sino impulsar reformas estructurales para que los costos de producir en la Argentina bajen tanto o más de lo que se reduce el tipo de cambio”, indica Idesa a modo de conclusión.

Y cierra: “La experiencia de la década del ’90 enseña que un tipo de cambio relativamente bajo exige una economía muy eficiente. Las décadas posteriores a las del ‘90 demuestran que la devaluación no es una solución sino el camino a través del cual el empobrecimiento generalizado de la población compensa las ineficiencias. Para no repetir errores urge abordar con urgencia y en su integralidad la agenda propuesta en el Acta de Mayo”, alerta Idesa.